El fragor del agua (José Giménez Corbatón)

Hace ya mucho tiempo me encontré en una mesa de saldos con este libro de cuentos. Sólo el nombre de Mario Muchnik me hizo comprarlo, pues no tenía idea de quién era José Giménez Corbatón, o de qué trataban sus relatos. Estos, desde diversos ángulos, voces y tiempos, se ocupan del mundo rural aragonés, de su gente y su geografía, del proceso de su desaparición. Es tentador ponerse a pensar en la cantidad de coincidencias que deben ocurrir para que un libro así se presente, de pronto, en la vida de uno, tan al alcance de la mano. Un libro que verdaderamente contiene un mundo –quizá, más bien, la ausencia de ese mundo, de unas formas de vida, de trabajo rural, de habla regional, de objetos únicos; y que lo haga de una manera tan vívida, intensa, total.

¿En que consiste la maestría literaria? Pocas semanas atrás estuve leyendo unos relatos formalmente complejos, estilísticamente impecables. Al mismo tiempo terriblemente vacíos, en el sentido de que las situaciones y conflictos propuestos eran blandos, sin densidad humana, quizá un poco ingeniosos, delatores de cierto cinismo, una leve nostalgia, pero nada más. El de Giménez Corbatón es un libro que, por el contrario, podría suscitar el comentario de que en él se han empleado algunos puntos de vista y formas literarios quizá ya algo manidos, que acusan una falta de novedosa complejidad o de artificio. Pero precisamente la destreza de este autor consiste en no permitir que algún artificio formal distraiga de la revelación de este universo de los masoveros, de los cuenqueros, de sus casas con solanares y de campos con sus masicos, de sus sobrevivientes, de sus descendientes, esta realidad tan puramente tangible, casi sensible, que los relatos proponen.

La fuerza que tiene esta revelación sobrepasa cualquier cortedad que uno quiera ver en esos otros aspectos de la narración, al punto de que esta verdadera restauración de eso otro que fue lo sobrepuja todo, se instala con su conmovedora ausencia en el centro de cada uno de las distintas narraciones que componen este volumen. Su lectura me ha permitido pensar que la verdadera maestría del creador literario consiste en saber emplear los medios más comunes de la ficción de manera que tenga lugar esta forma tan pura de manifestación de lo real, que es como una lazo sencillo y directo entre el que lee y aquello que fue alguna vez y ahora es ruina, o tal vez sólo paisaje o memoria, sin la mediación de una voz que llama la atención hacia sí misma, hacia su hacer, hacia su presencia, a veces estéril, opaca.  

Roberto Zeballos Rebaza

El fragor del agua (J. Giménez Corbatón)

Anaya & Mario Muchnik, 1993.

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