Sudario Aquello que urdiste con lo liviano, lo llevo yo para honrar a la piedra. Cuando en la oscuridad a los gritos despierto, alienta sobre ellos. Pasa, cuando debo tartamudear, que forma olvidados pliegues, y el que ahora soy absuelve a ese que antes yo fui. Pero el dios de los escombros roza su más sordo tambor, y tan pronto el pliegue se deja, frunce el tenebroso su ceño.
Totenhemd Was du aus Leichtem wobst, trag ich dem Stein zu Ehren. Wenn ich im Dunkel die Schreie wecke, weht es sie an. Oft, wenn ich stammeln soll, wirft es vergessene Falten, und der ich bin, verzeiht dem, der ich war. Aber der Haldengott rührt seine dumpfeste Trommel und wie die Falte fiel, runzelt der Finstre die Stirn.
Traducción: Roberto Zeballos Rebaza