Twilights, V (Conrad Aiken)

Conrad Aiken (1899-1973)

Crepúsculo, V

Ahora la gran rueda de oscuridad y de nubes bajas rehíla
Se arremolina en los cielos, de sus bordes caen gotas;
Hacia el poniente, contra el muro de blanca luz como hielo,
Árboles esqueléticos se doblan en una corriente de aire.
Hojas, negras hojas y humo, el viento las levanta;
Suben por mi ventana, se arremolinan otra vez;
En un silencio acerado, estrepitosamente cae la
Primera fría gota golpeando una hoja marchita…
¡Fatalidad y crepúsculo para la tierra! Me estiro
Para correr las heladas cortinas y dejar fuera a la oscuridad,
Haciendo una pausa, con la mano alzada,
Para observar, entre negros pórticos de nube en ruinas,
Una estrella, —los pórticos se desmoronan y la aplastan.
¡Aquí, miles de libros! Aquí está la sabiduría
Destilada del polvo, o destilada de la nada;  
Escoge ahora la palabra más densa, la hoja más dorada,
La línea más oscuramente melodiada; pon en alto estos faroles, —
Estos miserables faroles, sabidurías, filosofías, —
Por encima de tus ojos, contra este muro de oscuridad;
Y entonces verás… ¿Qué? Un hilo de araña que cuelga,
Un antepecho cubierto con media pulgada de polvo…
¡Habla, viejo sabio! Ahora, más que nunca, te necesitamos.
Grita fuerte, levanta voces penetrantes como hechiceros
En contra de este ominoso atardecer, este gemido de lluvia…
¡Pero eres nada! Tus páginas se convierten en agua
En mis dedos: frías, frías y relucientes,
Flechiformes en la oscuridad, rizándose, goteando—
Todas las cosas son lluvia… Yo mismo, este cuarto alumbrado,
¿Qué somos sino un murmuroso charco de lluvia?
Sus lentos arpegios, líquidos, sibilantes,
Conmocionan en la oscuridad. Estoy dentro del mundo hundido,
Bajo un techo de lluvia, así como yace la concha del molusco
Bajo el crujiente crepúsculo del mar;
Ningún dios se acuerda de ella, ningún entendimiento
Penetra la luenga oscuridad con una espada de luz.
Twilights, V

Now the great wheel of darkness and low clouds
Whirs and whirls in the heavens with dipping rim;
Against the ice-white wall of light in the west
Skeleton trees bow down in a stream of air.
Leaves, black leaves and smoke, are blown on the wind;
Mount upward past my window; swoop again;
In a sharp silence, loudly, loudly falls
The first cold drop, striking a shriveled leaf . . .
Doom and dusk for the earth! Upward I reach
To draw chill curtains and shut out the dark,
Pausing an instant, with uplifted hand,
To watch, between black ruined portals of cloud,
One star,—the tottering portals fall and crush it.
Here are a thousand books! here is the wisdom
Alembicked out of dust, or out of nothing;
Choose now the weightiest word, most golden page,
Most somberly musicked line; hold up these lanterns,—
These paltry lanterns, wisdoms, philosophies,—
Above your eyes, against this wall of darkness;
And you'll see—what? One hanging strand of cobweb,
A window-sill a half-inch deep in dust . . .
Speak out, old wise-men! Now, if ever, we need you.
Cry loudly, lift shrill voices like magicians
Against this baleful dusk, this wail of rain . . .
But you are nothing! Your pages turn to water
Under my fingers: cold, cold and gleaming,
Arrowy in the darkness, rippling, dripping—
All things are rain . . . Myself, this lighted room,
What are we but a murmurous pool of rain? . . .
The slow arpeggios of it, liquid, sibilant,
Thrill and thrill in the dark. World-deep I lie
Under a sky of rain. Thus lies the sea-shell
Under the rustling twilight of the sea;
No gods remember it, no understanding
Cleaves the long darkness with a sword of light.

Traducción: Roberto Zeballos Rebaza